miércoles, 21 de octubre de 2015

DOROTHY DAY (1897-1980): de activista social a santa

     El 24 de septiembre de 2015 los gobernantes del país, hoy por hoy, más poderoso del mundo, los Estados Unidos, reunidos en su Capitolio de Washington, escuchaban las palabras del Papa Francisco recordando a Abraham Lincoln, Martin Luther King Dorothy Day, y Thomas Merton, personajes históricos estadounidenses que, dentro de sus limitaciones y ambigüedades humanas, “apostaron, con trabajo, abnegación y hasta con su propia sangre, por forjar un futuro mejor. Con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo”. Las vidas, los sueños, las luchas de estos personajes aportan a las nuestras, a nuestros conflictos actuales, una hermenéutica, una manera de ver y analizar la realidad, unos comportamientos personales, cada uno en su momento histórico concreto, pero que nos resultan válidos en nuestro presente para afrontar nuestra propia realidad(1). Dos de los cuatro personajes, Lincoln y King, son muy conocidos, el contemplativo católico Thomas Merton algo menos. Y ¿quién es esta mujer, Dorothy Day, tan poco conocida en Europa y mucho menos en España? Porque para que el Papa la ponga como referente ha debido ser una gran mujer.

     Dorothy Day, siguiendo el discurso del papa, representa el sueño norteamericano de la justicia social y los derechos de las personas, fue fundadora del “Movimiento del trabajador católico”, su activismo social, su pasión por la justicia y la causa de los oprimidos estaban inspirados en el evangelio, en su fe y en el ejemplo de los santos. En Internet se le encuentra como “una periodista de Estados unidos, activista social, oblata benedictina, anarquista cristiana y de  y miembro devota de la Iglesia Católica. Será conocida gracias a sus campañas por la justicia social, en defensa de los pobres”(2). Compendio de palabras que en el catolicismo español, escindido en “tirios y troyanos”, más bien suenan explosivas. A lo que se puede añadir que fue una mujer partidaria del amor libre y que abortó por miedo a ser abandonada por su amante, pero se convirtió al catolicismo y permitió a la sociedad de aquel entonces contagiarse del Evangelio y los valores de la Iglesia y, así, ser ejemplo de santidad en medio de lo cotidiano(3). Veamos quién es esta Dorothy Day.

     Nace en 1897 en Brooklyn, entonces un municipio de inmigrantes próximo a Nueva York, en el seno de una familia de religión protestante en la que conoció la Biblia y el valor de la palabra de Dios. Su padre era periodista y escritor, pero sin éxito, y vivían pobremente. En 1913, Dorothy recibe una beca para estudiar en la Universidad de Illinois, pero la deja dos años después. En 1916 su familia se traslada a Chicago y allí Dorothy descubre una realidad social miserable y conflictiva. Poco después se convierte en una activista de los derechos de la mujer, el amor libre y el control de la natalidad, ingresa en el Partido Socialista de América y colabora en el diario socialista “Call” con artículos comprometidos sobre huelgas, manifestaciones y denuncia de las intervenciones policiales, y con su participación en manifestaciones(4). De la Revolución ruda de Octubre de 1917 esperaba, como tantos otros, la fraternización de las masas y la sustitución de la clase dominante en los EE UU. Trabajó como enfermera en un hospital, como redactora judicial y modelo para estudiantes de Arte(5). Partidaria de los ideales socialistas más que de los capitalistas, no apoyó ningún sistema de gobierno, su preocupación era los trabajadores.

   
Partidaria del amor libre vivió una serie de historias con diferentes amantes, quedando embarazada de uno de ellos y abortando en una época en que el aborto era ilegal en los EE UU. Buscando estabilidad emocional se casa con Foster Butterman, pero se separa al año.Paulatinamente Dorothy va descubriendo la Iglesia católica, a la que ve como la Iglesia de los emigrantes y de los pobres, y se va entusiasmando con ella. En su profunda conversión al catolicismo fue entendiendo las exigencias morales que implicaba. En 1926 se queda embarazada de nuevo, pero en esta ocasión decide tener el bebé como madre soltera. El padre de la niña era ateo comprometido, no obstante, Dorothy decide bautizarla como católica y hacerse ella católica, fue consciente que bautizarse implica la renuncia a otras formas de vida y, con todo dolor de corazón, se separó del padre de la niña.


     En 1933 aparece en su vida Peter Maurin, un ex-campesino francés, hermano de las escuelas cristianas, que había deambulado por Canadá y los Estados Unidos y abrazado la pobreza franciscana como una vocación. Una vida sencilla y célibe le permitió mucho tiempo para estudiar y orar obteniendo la visión de un orden social inspirado en los valores básicos del evangelio. Peter adoctrinó a Dorothy en estos principios que le inspiraron para la fundación de un periódico, el Catholic Worker, que difundiría sus convicciones izquierdistas desde una nueva perspectiva religiosa. Comenzó la publicación de El trabajador católico, con una primera tirada de 3500 ejemplares en mayo y, para diciembre, ya era de 100 000 ejemplares. Cuando llegó el invierno la gente sin casa comenzó a llamar a la puerta de la sede del periódico. Se creó un centro de acogida para los necesitados en Nueva York, extendiéndose después a otras ciudades del país.

     Dorothy trataba de vivir los principios del Sermón de la Montaña, las Bienaventuranzas, los principios sociales de la Iglesia, pero constató que la práctica de los trabajos de misericordia era percibida socialmente como algo peligroso, porque les cerraron casas aduciendo que acogía tanto a blancos como a negros. La oposición a alimentar al hambriento y vestir al desnudo no solo era clara sino que fue creciendo, pero Dorothy siguió trabajando en esa línea.

     Ahora bien, Dorothy fue algo más que una activista, fue una mujer de gran hondura espiritual. Como señala Robert Ellsberg(7), su vida espiritual se enraizó en la Eucaristía, la oración diaria y la lectura de las Escrituras. Oblata benedictina, desde 1955 reverenciaba los valores monásticos del trabajo, la comunidad, la hospitalidad y la paz. Si se inspiró en el espíritu franciscano al adoptar la pobreza voluntaria, también era una gran mística; como Teresa de Ávila, fue una mujer apasionada, una mística práctica. Como Teresa de Calcuta, reconoció a Cristo en el penoso disfraz de los pobres, como Teresa de Lisieux, hacía énfasis en que los grandes logros no son los más importantes a los ojos de Dios, sino hacer las cosas pequeñas con amor y con fe. Fue una mujer piadosa, de comunión diaria y de oración, devota de la Virgen Santísima. Humilde, bondadosa, dulce. La vida de los santos le emocionaba por su generosa entrega a los demás, pero se interrogaba sobre por qué no habían intentado cambiar el orden social(8).

     Pacifista por convicción, mantuvo su neutralidad, aun cuando no fue entendida por quienes la rodeaban, en los conflictivos momentos históricos del siglo XX: la guerra civil española, la segunda guerra mundial, la guerra fría. En 1960 fue aclamada como “la gran dama del pacifismo”(9).

    Murió en 1980, tras una vida de pobreza voluntaria no dejó dinero ni para su entierro, que fue pagado por la archidiócesis de Nueva York, su periódico sigue siendo editado, su movimiento sigue minoritario pero muy vivo en los lugares más pobres de los Estados Unidos, estimado por católicos y gente de otras religiones. El Papa Juan Pablo II la declaró Sierva de Dios en 1996 y, en marzo de 2000, autorizó a la Archidiócesis de Nueva York a iniciar el proceso para promover su canonización.

     Estamos ante una gran mujer que será declarada santa. ¿Qué hay –siguiendo las palabras del papa Francisco– en la vida de esta mujer que sea útil a las mujeres de hoy día para analizar nuestra realidad? ¿De qué nos puede servir la historia de Dorothy Day? Partimos de la bella síntesis que hizo el que fue Arzobispo de Nueva York, Cardenal Jhon O´Connor: "la beatificación de Dorothy Day podría recordar a muchas mujeres de hoy lo grande que es la misericordia de Dios, incluso cuando somos capaces de cometer un acto cruel como el aborto de un hijo. Ella supo bien lo que es estar al margen de la fe y lo que es después descubrir el camino correcto y vivir en plena coherencia con la exigencia de la fe católica".


     Dorothy Day fue una chica inteligente, despierta, educada en un ambiente creyente, conoce muy temprano la Palabra de Dios, más adelante lee mucho, pasa por la Universidad, se imbuye de las ideas de la época: los derechos de la mujer, el amor libre, el anarquismo. Ni más ni menos que como cualquier joven del siglo XX y de hoy. Y como muchas, acaba embarazada y aborta, conoce la inestabilidad emocional. Trabaja en muchos y diversos trabajos, como hoy, pero, sobre todo, le impacta la situación de explotación de los trabajadores y de las clases empobrecidas, en las que encuentra una Iglesia Católica que le atrae porque ve que está junto a los que sufren. En esto sí es cierto que el panorama es diferente. En Europa y en España la imagen histórica de la Iglesia ha ido acompañada de una mayor vinculación a los ricos y poderosos, imagen distorsionada, pero lamentablemente todavía vigente. Y Dorothy, en los pobres, encuentra el rostro de Cristo. Es digna de mención la gran coherencia personal de Dorothy, no separa su fe de su vida. Inicialmente, partidaria del amor libre y del control de la natalidad, entiende la incoherencia que eso supone con las exigencias de la moral católica. Cuando se queda embarazada de nuevo no solo decide tener al bebé, sino que asume el bautismo de su hija y el suyo propio con todas sus consecuencias: un cambio radical de vida. Su vida anterior no era compatible con la fe y la experiencia de la misericordia que experimentaba de un Dios que la amaba y la acogía. 
     En su devota vida de oración y comunión diaria fue experimentando que el amor de Jesucristo llenaba toda su vida y el fuego de ese amor mantuvo vivo todo su compromiso hacia los demás, su actividad nunca se apagó, fue una mujer dulce, bondadosa, humilde. Amó a los santos y de su vida aprendió mucho, aprendizaje que puso en práctica en su compromiso con el mundo. Mujer apasionada, amó como las santas, apasionadamente.

     En nuestro aquí y ahora creo que esta gran mujer también nos puede ayudar a revisar nuestros desfasados conceptos de lo que puede ser una mujer católica que, desde la fe, defiende a los pobres y marginados. No se trata de una “comunista” en el sentido estricto que aquí se tiene, se trata de una mujer que sigue la doctrina social católica, la de la Iglesia de Roma, tan claramente expuesta en las múltiples encíclicas del Magisterio Pontificio. Como tampoco una mística, una mujer devota de la Iglesia Católica, de misa y comunión frecuente es una “facha”. Eso sí, la fe católica exige una radicalidad de vida, una austeridad moral, que pasa por la defensa de la vida en todas sus manifestaciones desde la concepción hasta la muerte. No al aborto, no a la eutanasia, no a tantas muertes por accidente laboral.

1 Discurso del papa Francisco al Congreso de los Estados Unidos en el Capitolio. Washington, 25 de septiembre de 2015,  https://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-francisco-da-discurso-al-congreso-de-estados-unidos-en-el-capitolio-86152/.
3. ttps://www.aciprensa.com/vejemplares/dorothy.htm.
4. Alberto Royo Mejía. Santos por las calles de Nueva York (IV): Donde abundó el pecado sobreabundó la gracia. http://infocatolica.com/blog/historiaiglesia.php/1003201208-santos-por-las-calles-de-nuev#more7315.
5. https://es.wikipedia.org/wiki/Dorothy_Day.
6. Alberto Royo Mejía. Santos por las calles de Nueva York ...
7. Robert Ellsberg, escritor y editor en libros Orbis, se inició en el mundo editorial (y encontraron la fe católica) y trabajó en la casa del Trabajador Católico, donde conoció a Dorothy Day en sus últimos años y le impactó fuertemente y acabó convirtiéndose al catolicismo. Editor de la obra de Dorothy Day. http://aleteia.org/2013/09/19/dorothy-days-editor-an-interview-with-robert-ellsberg/.
8. Alberto Royo Mejía. Santos por las calles de Nueva York ...
9. Alberto Royo Mejía. Santos por las calles de Nueva York